domingo, 7 de julio de 2013

Yo el primero

Todos comentemos fallos y yo el primero. Lo más difícil es que seamos capaces de reconocer nuestros fallos. Los mayores delincuentes y corruptos, incluso los terroristas en nombre de sus objetivos perversos están convencidos de que las mayores barbaridades que comenten son correctas. Estoy cansado de escuchar de todos los que de alguna manera conculcan las leyes que siempre tienen la conciencia tranquila. Nadie tiene la culpa de nada pero el mundo está lleno de maldad. miseria, destrucción y muerte. Todos los dictadores o gobernantes que proclaman guerras, que mandan ejecutar a personas, que oprimen a pueblos y naciones lo hacen según ellos  con un buen fin y de esta manera su conciencia siempre está tranquila. Aznar no se arrepiente de habernos embarcado en la Guerra de Irak a pesar de que no se ha podido demostrar que había armas de destrucción masiva. Trillo se ha quedado con la conciencia tranquila por la muerte de unos 43 militares del ejército embarcados en un avión para regresar a España sin las mínimas garantías de seguridad. Hay muchos más ejemplos que se podrían mencionar para demostrar que los mayores errores históricos o personales se cometen sin el menor escrúpulo y siempre con la conciencia tranquila.  Bretón, el padre que es sospechoso de  matar a sus dos hijos en las Quemadillas no tiene el menor remordimiento de lo cometido y al unísono con sus abogados defensores sigue proclamando su inocencia. Lo dejo así por hoy pero está claro que solo hay víctimas nunca malvados que se ensañan con ellas. Hay errores más benévolos que son los que muchas personas cometemos y aún así nos cuesta reconocerlos. Para mi aquí está la
debilidad de la condición humana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario