domingo, 14 de julio de 2013

Un día más

Para mi en las circunstancias actuales el domingo es un día más dentro de la rutina que la enfermedad de mi esposa ha impuesto. Es muy sencillo pasar un domingo cualquiera ya que se sigue el mismo programa. La hora de levantarse es la de todos los días a las 7,45 de la mañana para pasar por la ducha, afeitarme, vestirme, preparar las medicinas para Carmen, desayunar, esperando que la cuidadora la levante, la duche, la vista y le dé el desayuno. Salgo alrededor de las 9 horas a por la ensaimada, el café y el pan. Cuando regreso espero a que mi esposa esté ya lista, que suele ser alrededor de las 9,45, con el fin de emprender el trayecto que nos conducirá al Centro de Día donde permanecerá desde aproximadamente las 10 horas hasta las 5,45 que la recojo para volver a casa. Cuando la dejo por la mañana doy una vuelta hasta las once y al llegar a casa tomo un café, escribo en el cuaderno de seguimiento de María Wolff, escribo los menús de la semana y seguidamente conecto el ordenador, conecto Skype para hablar con nuestro hijo y la nuera y más estos días que ha nacido Esteban. También aprovecho, antes de comer, en redactar los blogs que cada semana publico. Terminada ya la tarea caliento la comida, dormito un poco y pongo la tele con el fin de pasar el rato algo entretenido, o como  hoy vuelvo al ordenador para terminar la tarea pendiente. Cuando son las 5,15 horas de la tarde salgo de casa camino del Centro de Día y al llegar a casa ya es tiempo de pensar en preparar la cena, dar la medicación a Carmen y después de cenar la cuidadora la acuesta. Fin de la jornada. Ya solo me queda  descansar un rato viendo algún programa de televisión que me guste en espera de acostarme hasta el día siguiente. Así es mi vida un domingo tras otro desde que a mi esposa, a la que quiero muchísimo,
le diagnosticaron la enfermedad de Alzhéimer.

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