viernes, 31 de octubre de 2014

Todos los Santos y día de Difuntos

Mañana empieza el mes de noviembre con dos fechas muy queridas por las personas y familias con tradiciones que perduran en el tiempo. Cuando yo era pequeño ya se celebraban. El día de Todos los Santos en Madrid en las pastelerías venden huesos de santo y buñuelos y en Cataluya els Panallets. Ya los he comprado en el Corte Inglés que es de los pocos comercios que los venden. He estado buscando en diversas pastelerías los llamados apiñonados que están envueltos de piñones pero de momneto no los he encontrado ya que me dicen que se elaboran más tarde a mediados de noviembre o para navidades, lo que me llama la atención puesto que por estas fechas en más de una pastelería incluida la del Corte Inglés los vendían. La pastelería del barrio los elaboraba todos los años y solía tener como un producto más de repostería pero la empleada me ha dicho que los piñones se han encarecido mucho y ya no tienen. En una tienda de miel y productos afines me han afirmado que el año pasado los empiñonados se vendían a 39 euros el kilo lo que confirma lo caros que son los piñones. Si no encuentro mañana en alguna pastelería que me queda cerca lo dejaré para más adelante, cuando sea época de elaboración. La otra fecha entrañable es el día de los difuntos. Los cementerios se llenan de personas que con sus ramos de flores van a limpiar, cuidar y visitar las tumbas de los familiares fallecidos. Ambos días en casa se celebraban y se compraban y comían els Panallets y al día siguiente se iba al cementerio hasta que hace ya algunos años mi madre falleció. Creo que mi hermano Pere a través de Inteferflora encargaba un ramo de flores en una floristería de OLOT que se encargaba de llevarla a la tumba de mis padres. Cuando Mª del Carmen y yo íbamos a pasar unos días con el fin de visitar a mi madre, viuda bastantes años antes de que ella falleciera,
nos mandaba que fuéramos al cementerio a limpiar la tumba donde estaba el cuerpo de mi padre, colocar flores artificiales para evitar que las naturales quedaran marchitadas a los pocos días evitando el mal olor que desprenden. Cuando íbamos a Monreal del Campo mi suegra nos pedía que fuéramos al cementerio con el encargo de limpiar la tumba del abuelo, ponerle flores que también eran artificiales y en ambos cementerios rezábamos por el eterno descanso de los difuntos de las dos familias. Ahora ya queda relegado al recuerdo puesto que ya no tenemos ocasión de acudir a los cementerios donde descansan en paz nuestros familiares difuntos.